¿Alguna vez has sentido que tus sentidos te dominan? Yo sí, y más de una vez. Notificaciones, redes sociales, el ruido de la calle... Es como si el mundo entero compitiera por nuestra atención. Hoy vamos a hablar de Pratyāhāra, que podríamos llamar el ‘detox sensorial’ del yoga.Me encanta ese término, detox sensorial. Suena como algo que todos necesitamos, ¿no? Y para quienes nos escuchan por primera vez, Pratyāhāra es el quinto paso del Ashtanga Yoga, según Patañjali. Es ese momento en el que, después de trabajar el cuerpo y la respiración, empezamos a mirar hacia adentro y a preguntarnos: ¿puedo elegir a qué le presto atención?Exacto, Miles. Y si lo pensamos en términos modernos, es como poner el móvil en modo avión, pero con la mente. No se trata de huir del mundo, sino de aprender a no reaccionar automáticamente a cada estímulo. Es como si tuviéramos un mando a distancia para bajar el volumen de lo que nos rodea.Sí, y, bueno, yo siempre digo que mi cerebro es como una mesa de mezclas de sonido, con un montón de canales abiertos a la vez. Pratyāhāra sería como bajar los faders de los canales que no necesito en ese momento. Aunque, a veces, confieso que me olvido de dónde está el botón de mute mental, ja ja.A mí me costó mucho al principio. Cuando empecé a practicar mindfulness, notaba que cualquier cosa me sacaba de mi centro: un mensaje, un pensamiento, hasta el sonido del microondas. Pero cuando empecé a integrar Pratyāhāra, poco a poco fui notando que podía observar esos estímulos sin dejar que me arrastraran. Es como si desarrollara una especie de músculo de la autodisciplina.Eso me recuerda a lo que hablamos en el episodio anterior sobre Dharana, ¿te acuerdas? La concentración profunda. Pratyāhāra es como el paso previo, ¿no? Si no aprendes a filtrar el ruido, es casi imposible concentrarte de verdad.Totalmente. Y no es fácil, sobre todo en un mundo hiperconectado. A veces me pregunto si es posible desconectar los sentidos de verdad. ¿Tú qué piensas, Miles? ¿Se puede lograr o es una utopía?Uf, buena pregunta. Yo creo que no se trata de desconectar por completo, porque, bueno, vivimos aquí, ¿no? Pero sí de elegir. Por ejemplo, cuando estoy en el apiario, rodeado de abejas, si me distraigo, me llevo un picotazo. Así que he aprendido a estar presente, a dejar que los ruidos de la ciudad pasen a un segundo plano. Pero, claro, hay días en los que la mente se va por las ramas igual.Sí, y creo que ahí está el desafío real: no luchar contra los sentidos, sino aprender a convivir con ellos sin que nos arrastren. Es un entrenamiento diario, como ir al gimnasio, pero para la mente.Y a veces, como con el sonido, hay que aceptar que siempre habrá algo de fondo. La clave es decidir a qué le subimos el volumen y a qué se lo bajamos.Al final, Pratyāhāra no es huir del mundo, sino elegir dónde ponemos nuestra atención. Y eso, en la vida moderna, es un superpoder. ¿Qué tal si empiezas hoy, aunque sea con cinco minutos de silencio, sin móvil, solo observando?Me gusta ese reto, Marta. Y si te animas, puedes escuchar nuestro episodio sobre Dharana, el siguiente paso, porque ahí seguimos profundizando en cómo llevar la mente a un estado de concentración real. Pero, bueno, eso será la próxima vez.Gracias por acompañarnos hoy. Ha sido un placer, Miles, como siempre.Igualmente, Marta. Y gracias a quienes nos escuchan. Nos vemos en el próximo episodio de La Aṣhṭāṅga Yoga de Patañjali. ¡Hasta pronto sadhakas!

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Retiro de los Sentidos